lunes, 26 de septiembre de 2016

Un sentido

Encrucijada de encierros, acertijos que no veo, me he vuelto sorda y ciega a la lógica absurda de ésta humanidad sin sentido, de ésta pútrida sociedad que tan sólo puede abrevar del propio placer, que tan sólo mira su propio ombligo mal oliente y desdibujado.

Creo que, tal vez por hartazgo, me he arrancado los ojos para no ver siquiera cómo recorremos éste camino sin  mirar hacia los lados, con la mente sólo puesta en aquello que nos venden hostigados por un monstruo gigantesco y voraz que nos persigue haciéndonos creer en una necesidad que no tenemos.

Creo, también, que he bloqueado mis oídos y hasta mi cerebro para no escuchar ni darme cuenta de aquellas voces que se alzan sin causa justa, las que hablan sólo de sí mismas, de sus intereses, las que repiten neciamente lo que ni siquiera saben. No quiero escuchar las voces de quienes no escuchan.

Sólo quiero ver y mirar ojos sinceros y humildes que sepan humedecerse por el sufrimiento ageno, sólo quiero escuchar las voces de aquellos que tengan algo importante que decir, algo que construir y no destruir.

Sólo quiero ser parte de quienes tienen corazón, de quienes saben ver la luna más allá de la razón, de quienes lleven en sus venas la vertiente de un volcán enfurecido para arrollar con ella sentimientos de infinita pasión.

Sólo quiero estrechar manos que estén vivas, que sepan deshacerse en sinceras caricias, que sean más que huesos inmundos dedicados a avaricia, que transmitan voluntad y energía, que sepan confortar, cuidar y afrontar.

Laura Greco (c)

No hay comentarios:

Publicar un comentario